“Well,
I never heard it before, but it sounds uncommon nonsense.”
Alice in
Wonderland
En mi post anterior dejé pendientes los comentarios sobre los efectos del accidentado episodio del Dividendo Digital en uno de los actores más importantes del proceso: los radiodifusores.
En el año 2000, cuatro canales concentraban el 93,4% del mercado de
televisión en abierto en España con un modelo que después hemos dado en llamar
generalista. La publicidad se repartía de forma casi equivalente a las
audiencias, fundamentalmente entre Antena3 y Telecinco por un lado y las
públicas (TVE y las autonómicas) por otro. Este statu quo prevaleció más o
menos veinte años, con los vaivenes derivados de las audiencias y del mayor o
menor éxito de las acciones comerciales.
Apenas unos meses antes del apagado analógico, en enero de 2010, dejó de
emitirse publicidad en TVE (422 millones de euros en 2009). La crisis ya estaba
encima y los canales se habían convertido en cadenas de TDT con ofertas
múltiples en las que intentaban posicionar parte de los impactos publicitarios
aunque el grueso de contratación se mantuviese en los canales digamos
“clásicos”, pero la nueva situación (TDT y TVE sin publicidad) supuso cambios
en las prácticas comerciales, propiciando que los dos grupos principales
aglutinasen las coberturas de sus distintos canales y comercializaran de forma
conjunta sus espacios. Este fenómeno, agudizado con lo que yo llamo la
“jugada al nueve” (3+6=4+5=9), consumadas las integraciones de Cuatro con
Mediaset y Antena 3 con la Sexta, ha derivado en una concentración del control
de la publicidad en televisión de más del 85% en dos grupos, ATRESMEDIA y
Mediaset, dejando el resto para las autonómicas, de momento, y los canales de
Unidad Editorial y Vocento.
Pero,…aunque se haya producido una concentración más que evidente, las
cifras totales han pagado los efectos de la crisis con caídas abrumadoras desde
2007, como recogen los especialistas ( INFOADEX. Estudio Inversión publicitaria 2013 ) y es fácil constatar en los informes anuales
de ATRESMEDIA y MEDIASET , que ni siquiera
enjugan la caída con las operaciones de integración, aunque mantienen
resultados positivos en mitad de la tormenta.
Fuente : Arcemedia. I2P (Indice Inversion
Publicitaria) 2012
Es como si se hubiera evaporado la publicidad que había en TVE y además se
hubiera llevado con ella algo del resto. Si a esto añadimos la posible
migración a nuevos soportes, no es muy complicado concluir que la principal
preocupación de los responsables de las televisiones comerciales esté más en la
recuperación del consumo o en la pujanza de las marcas blancas como principales
drivers de la actividad
publicitaria en televisión. Puede que en línea con esto, la segunda
prioridad sea consumar en forma de incremento de tarifas el traspaso de
audiencia de la menguante televisión pública, agobiada por su situación
económica. Pero los aspectos tecnológicos y el cambio de hábitos, aunque
importantes, no parecen manejarse como críticos en cuanto a su inminencia. Al
fin al cabo se deben a los analistas.
Y esto da lugar a una curiosa paradoja: si los dos grupos principales
revisan la paulatina mengua de su línea de resultados (y de su valor
cotizado) - entre otras cosas por los costes de mantener ofertas múltiples
con costes de contenido y difusión que apenas son cubiertos con ingresos
publicitarios, obtenidos más por la posición dominante que por el valor propio
- , ¿ qué interés real pueden tener en mantener esa ficción de ocho canales si
pueden conseguir la misma facturación con dos, a lo sumo tres, con un coste
significativamente inferior?.
Y aquí viene mi osada tesis (para generar comentarios al blog, sobre todo):
la eliminación de determinados canales no solo no supondría para los dos
grupos dominantes del mercado publicitario español en el medio televisión una
merma de ingresos, sino más bien una reducción de costes y consecuentemente una
mejora de sus cuentas de resultados, que recogerían este efecto de manera
simultánea a una cierta recuperación económica. Consideración aparte es el
tratamiento que debieran dar a relevantes partidas de Inmovilizado
inmaterial recogidas en sus balances como consecuencia de las operaciones de
integración (véase Fondo de Comercio y Licencias y Marcas).
Dicho esto, tengo que añadir, no obstante, que considero más que legitima
la reclamación que las televisiones privadas hagan para conseguir que se les
respeten los compromisos contraídos en cuanto al espectro y altamente probable
que de prosperar estas reclamaciones consigan las cuantiosas indemnizaciones
(¡cientos de millones de euros!) exigibles por su colaboración en los costes de
la transición al TDT. (Lo que tal vez les ayudaría en la amortización rápida de
esos intangibles permitidos por la “plastilina” de la contabilidad auditada).
Del derecho a esa reclamación legítima no hay que excluir a Abertis, el
principal operador de red, sin cuya esencial contribución no se habrían
cubierto las fases técnicas de esta evolución. Abertis ha hecho cuantiosas
inversiones para atender las demandas de sus clientes que a su vez eran
consecuencia de los compromisos de estos con la Administración. La eventual
resolución o reducción de sus actuales contratos pondría al operador en una
tesitura de millonarias inversiones no amortizadas que inevitablemente
reclamará en donde proceda. Tocará compensarla. Más millones.
No sería completo este post si no hiciera alusión a las televisiones
públicas, en una semana en el que ha habido noticias como el cierre de la
televisión pública griega, el anuncio de un ERE en TV3 y de recortes para
la BBC.
El papel de TVE ha sido crucial en el desarrollo no solo de los derechos
democráticos de nuestra sociedad sino en su contribución a la industria
audiovisual y a la evolución de las tecnologías de las comunicaciones de
nuestro entorno. La discusión sobre su modelo de financiación, que no es objeto
de este post, no es una limitación para romper una lanza sobre su necesidad y
llamar la atención sobre el impacto que tendrá en su papel de promotor de
innovación la reducción del espectro que le sea asignado desde su actual
situación de dos multiplex, lo que seguramente le obligaría a
cerrar algunos de los canales actuales. Todos saldremos perdiendo.
Casi sería cómico, si no fuera grotesco, que catorce o quince años después,
nos vayamos a encontrar con una oferta de televisión en abierto, ahora TDT,
similar a la del 2000, una inversión publicitaria total menor a la
de entonces en valores absolutos (con menos comensales en el reparto del
pastel) y que la tramposa excusa de un hipotético ahorro en la transición del
Dividendo Digital pueda terminar finalmente con la obligación de pagar, con
cargo a las arcas públicas, ingentes indemnizaciones al principal
operador de la red y al duopolio comercial de facto y la compensación económica
a los dos adjudicatarios de licencias TDT que no pudieron obtener rentabilidad
directa de sus operaciones.
Lo más caro de esta borrachera van a ser las aspirinas de la resaca.
Estimado amigo, acertado análisis, como siempre. Sin embargo, y con tu permiso, me voy a permitir alguna discrepancia. Para empezar no tengo tan claro (ya sabes que en Derecho todo es discutible) que la sentencia del Tribunal Supremo sobre las adjudicación, que como bien dices tiene cauces de ejecución bastante más pacífica de la que se pretende, conlleve una necesidad de indemnizar a ninguno de los operadores que pierdan tanto la licencia como la concesión de uso del espectro (concesión de uso privativo de dominio público radioeléctrico) que aquella lleva aparejada. La sentencia declara nula la asignación de canales, es decir, ésta jamás debió existir, y en consecuencia, no se puede indemnizar por quitarte algo que nunca debiste tener, y puedes darte por pagado con los frutos obtenidos y no me pidas devolución o indemnización por las inversiones, porque no debieron existir (algo parecido a lo de construir en suelo ajeno de nuestro Código Civil). Esto es una opinión, y por tanto, discutible, y hasta podría estar equivocado, todo en derecho es relativo.
ResponderEliminarComo creo que me estoy extendiendo mucho, así que añado una segunda discrepancia de una forma breve. Sentado lo anterior, la pérdida de licencias y concesión que lleva aparejada, y no debiendo existir indemnización pública por tal circunstancia (lo que no quiere decir que no la vaya a haber en la realidad), y en virtud de tu análisis, a los grandes grupos del nueve sólo les queda una gran jugada para reducir costes y sacarle beneficios a esos canales que tanto disgustos les dan, y es la posibilidad de transmisión o arrendamiento que da nuestra reciente legislación a las licencias de comunicación audiovisual. Son los negocios jurídicos sobre este inmovilizado inmaterial lo que puede generar pingües beneficios y entradas de capital fresco a las operadoras, dando lugar a canales temáticos (todos hemos oído alguna comentar el interés de algún grupo sobre dichos canales) que por un lado permite controlar la entrada a nuevos operadores (supuestamente el Gobierno no puede negar la autorización si se cumplen los requisitos), reducir costes, hacer caja y además seguirían teniendo una concesión aneja sobre el dominio público radioeléctrico que tanto interesan a las telecos para las nuevas generaciones de transmisión de datos a dispositivos móviles.
Por tanto, si creo que la sentencia les ha perjudicado en sus intereses y perspectivas, y de una forma no indemnizable. Otra cosa muy distinta, es que no consigan obtener beneficios de esta situación, y que la cosa le vaya a salir gratis al gobierno, y por ende a todos los españoles, pero eso ya es otra cuestión.
Un saludo, amigo.
Totalmente de acuerdo con tu "osada tesis".
ResponderEliminarLa eliminación de canales no solo no supondría merma de ingresos sino que disminuiría gastos.
La audiencia añadida que proporcionan alguno de estos canales es marginal, por no decir despreciable.
Gracias por tu interesantísimo blog.
De los 13.000 millones "movilizados" (Ministerio de Industria dixit) en la transición digital, la mayor parte la aportaron los consumidores en forma de renovación del parque de receptores. Si los consumidores no han obtenido ni una mejor oferta televisiva (un paseo por los canales lo muestra), ni interactividad y la mejora de calidad técnica del servicio es sólo relativa (y estas tres cosas era lo que el consumidor iba a ganar) no entiendo muy bien a que viene plantearse lo de imdemnizar a las televisiones "por su colaboración en los costes de la transición". Y eso, sin tener en cuenta lo que apuntó en su comentario Juan Sánchez.
ResponderEliminarMe parece que haces un análisis acertado pero incompleto de la situación televisiva. Creo que es relevante incluir la tendencia editorial de las cadenas para entender que, por encima de la situación económica, ha habido claros apoyos políticos a unas u otras.
ResponderEliminarAntes de la solución del "9", en mi opinión, los canales 4 y 6 ofrecían, además de una programación más o menos interesante, una línea editorial tanto en telediarios como en programas de debate claramente alineados con posiciones políticas digamos de centro-izquierda. La 4 claramente alineada con Prisa y la 6 de Roura que con el lío de los derechos televisivos y el apoyo de Zapatero en contra de Prisa ha sido el detonante de los movimientos de fusión, por supuesto forzados por la crisis que ha estado a punto de llevarse por delante a Prisa, si es que no está a punto de caer.
Concluyendo, me parece que tu tesis es acertada desde un punto de vista económico pero la veo de difícil aplicación tato en lo que respecta a la ruptura de los acuerdos de digitalización como al mantenimiento de líneas editoriales plurales. Quizás la 4 se pueda cerrar sin que crear ningún conflicto ya que se ha quedado casi vacía de contenido, no así la 6 en la que todavía nos queda EL GRAN WYOMING !!