En los últimos meses asisto, esta vez como espectador, entre
perplejo y abochornado, a la kafkiana historia del dividendo digital.
Para los menos versados, resumiré que así es como se ha dado
en llamar el significativo espacio de espectro radioeléctrico que queda libre
para su asignación una vez liberadas esas frecuencias de su uso por la
televisión terrestre.
Todos los expertos están de acuerdo en el pronóstico de que
la principal carga de las redes de transporte de datos del futuro inmediato
serán los contenidos audiovisuales, cada vez más frecuentes y cada vez más exigentes
(HD, Dolby 5.1,…), por lo que de acuerdo con las convenciones internacionales,
el uso principal de esas bandas será para la llamada tecnología LTE, telefonía
móvil de nueva generación, con mayor capacidad de transporte de información.
En España hicimos un proceso de transición a la TDT que ha
sido una referencia internacional. Una mezcla virtuosa de cooperación entre las
administraciones, los ciudadanos, los operadores y la industria, permitió
cumplir un plazo ambicioso que culmino en la primavera del 2010, con el apagado
de las emisiones de televisión analógica terrestre y un panorama audiovisual que
ya empezaba a acusar la crisis, que estrenaba casi simultáneamente una nueva
norma, la Ley General de Comunicación Audiovisual y una oferta en abierto de
más de 30 canales, con las asignaturas pendientes de la Alta Definición y la
interactividad.
Foto de familia del acto formal del apagado analógico.
Ni están todos los que son…
Apenas un año después, en la primavera/verano de 2011, su
sometieron a concurso y se adjudicaron determinadas bandas superiores del
espectro para su utilización por los operadores de móviles. Este uso debería
comenzar el 1 de enero de 2015 y
tropezaba con un escollo no menor: algunas de esas frecuencias habían sido
asignadas a la TDT en el proceso que apenas acababa de culminar, por lo que se
hacía necesario establecer un realojamiento de esas emisiones y con ello toda
una serie de medidas complementarias para hacerlo posible.
Pero, a finales de 2011 se producen los relevos correspondientes
en las instancias oficiales y empieza a cocinarse una enmienda a la totalidad del proceso de transición, con
gran inquietud de la mayor parte de los actores. Desde el ministerio se lanza
la proclama de que España será el primer país en tener LTE y para ello se
adelantará el lanzamiento al 1 de enero de 2014 (ignoro si para hacer este
anuncio, el ministro consultó previamente con los adjudicatarios), sin que
simultáneamente vea la luz ningún plan para este nuevo proceso de transición a
ejecutar en apenas dos años, aunque la tendencia sugerida es la de una
reducción de los canales de TV como consecuencia de la asignación de menor
espectro. Por si fuera poco, a finales de 2012, una sentencia del Tribunal
Supremo, declara fuera de norma la adjudicación de determinados canales de TDT
en el proceso de transición del periodo 2005-2010. Aunque mis fuentes con
competencia jurídica me aseguran que los errores que la sentencia señalan podrían
haber sido subsanados dentro de la más absoluta legalidad, la oportunidad es
convenientemente aprovechada y se empieza a hacer visible un escenario de
eliminación radical de la mayor parte de la oferta de televisión en abierto.
No parece que haya ninguna duda de que la mayor parte del
futuro de la distribución de contenidos audiovisuales tiene que ver con
Internet, especialmente con las tecnologías móviles, pero no es menos cierto
que en la situación actual, la televisión radiodifundida (broadcasted) es el medio principal y más eficiente y que cualquier
transición hacia los nuevos modelos emergentes y complementarios debería
hacerse con una aproximación pragmática a
la realidad y con un consenso de actuaciones entre todas las partes implicadas.
En los próximos meses/años, si nadie lo remedia, veremos
dilapidado una gran parte del esfuerzo de la transición a la TDT, los
espectadores reducirán sus opciones de elección, los productores de contenidos
sufrirán la contracción de la demanda de productos, la industria sufrirá un
daño irreparable y los operadores…. De eso hablaré otro día.
Bueno, parece que la solución a ese problema va a ser indirecta. Si se reducen los canales en abierto a 10 o 12 no serían necesarias la mayor parte de las actuaciones en los sistemas de recepción y el Tesoro se quedaría con los cientos de millones de euros obtenidos de los operadores de móvil. Brillante... si no fuera por el dinero que costó llegar hasta aquí
ResponderEliminarSi los grandes operadores hubieran sabido aprovechar el generoso regalo de espectro que les hizo en su día el Gobierno Zapatero, posiblemente la industria audiovisual no se encontraría ahora tan debilitada. Pero estos se han dedicado a ganar dinero a base de dar programas basura archirrepetidos en sus multiples canales, rellenándolos a su vez con una gran cantidad de espacios publicitarios cuyos tiempos de difusion superan escandalosamente los establecidos por las Directivas europeas, consiguiendo hundir a los operadores pequeños. Y ahora se quejarán...
ResponderEliminarEspléndido blog, Andrés. Información exquisita. Sigue, amigo.
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