jueves, 18 de julio de 2013

EL SUEÑO DE LOS GATOS. Una ficción de R. Hastings





Well, opinions are like assholes. Everybody has one.

Harry Callahan (Clint Eastwood) – The Dead Pool (1988)

 
En el otoño de 2010, hace menos de tres años, escribía en la revista de la Academia de Televisión un artículo titulado El difunto goza de buena salud.
 
La tesis principal mantenida en el artículo era la del mantenimiento del consumo tradicional de televisión de manera simultánea con la aparición de nuevas formas de consumo, sin que las nuevas ventanas fueran a suponer la liquidación inmediata del broadcasting, tan eficiente en la transmisión a gran escala. 
No tengo ninguna duda del proceso de convergencia, ni de la importancia de los nuevos actores en este proceso de transformación cuyo eje principal son las nuevas tecnologías de telecomunicaciones acompañadas de la variedad y ubicuidad de dispositivos, pero aún veo indicadores que sugieren la relativa importancia de la ventana tradicional con una serie de cambios en curso en los hábitos y comportamientos, que se manifiestan de manera progresiva, sin rupturas, con una evidente convivencia entre distintos tipos de consumo y consumidores y que yo caracterizo con cinco vectores:



Estos últimos días, he leído una noticia relativa a un estudio realizado en Canadá, según el cual, en ese país ya existe un 16% de usuarios que admiten que su consumo de contenidos audiovisuales es únicamente a través de la Red. El estudio ratifica la intuición de que el fenómeno se agudiza en los individuos más jóvenes y tiene menor relevancia en las personas de más de 45 años. Pero se mantiene un significativo 35% de consumo único en la manera tradicional y se señala la calidad de la señal como una de las razones de elegir esta opción. Información que encaja perfectamente con los máximos de consumo de televisión registrados en los últimos meses.
No parece que tenga que arrepentirme mucho de mis palabras pasadas, aunque tal vez los tiempos van a moverse a una velocidad distinta (algo más despacio de lo que profetizan los geeks y bastante más deprisa de lo que parecen entender ciertos ejecutivos de la industria), a pesar de las profecías de Reed Hastings en su reciente manifiesto de esta primavera, que tantos ríos de tinta ha hecho correr.




En mi opinión, la visión del CEO de Netflix, tiene un sesgo interesado que parece resumirse en un corolario único: “El futuro del consumo audiovisual es totalmente OTT y Netflix es monarca absoluto de ese mundo”. Lógico, si se tiene en cuenta que el pronunciamiento esta hecho desde la pagina de Netflix para los inversores, aunque me permito señalar que ninguno de los diez puntos iniciales del documento está apoyado por ninguna clase de dato numérico o indicador.
Entiendo la necesidad de Hastings por expresar visiones inspiradoras que ayuden al crecimiento de su valor, pero al igual que él tiene sus opiniones yo tengo las mías y, a pesar de lo mucho que admiro el proyecto Netflix, no estoy de acuerdo con la totalidad de su discurso, por los siguientes contra argumentos:
  1. Aunque el acceso a Internet crece implacablemente, una parte significativa de las conexiones no reúnen la calidad necesaria para una experiencia satisfactoria de video HD.
  2. Es cierto que en ocho o diez años casi se habrá reemplazado el parque de televisores por Smart TVs, pero no es menos cierto que la mayor parte de las adquiridas en los dos últimos años no han sido conectadas a la Red.
  3. Los adaptadores IP para TV son cada vez más económicos y mejores, pero ya hemos visto con los STB de adaptación a la TDT que la disponibilidad de los dispositivos no es la única barrera de acceso para determinados grupos de usuarios poco o nada sofisticados tecnológicamente.
  4. Aumenta el visionado de contenidos a través de tabletas y móviles, pero casi nunca en concurrencia con el televisor principal, sino más bien como complemento de este o sustituto ocasional.
  5. El mando a distancia será complementado por tabletas y móviles, pero el proceso no será de sustitución y el asentamiento del hábito en los canales seleccionados con un solo digito mantendrá a los actuales broadcasters como actores de referencia durante algunos años más.
  6. Aunque las aplicaciones para IPTV son cada vez mejores, su proliferación convertirá la selección de las adecuadas (una vez conectado el televisor) en una tarea cuyos efectos están por ver.
  7. La Ultra Alta Definición a través de Internet requiere conexiones más rápidas y eficientes….y equipos de usuario preparados para disfrutarla, aún no disponibles.
  8. La publicidad utilizará de manera más eficiente los efectos cruzados y la personalización pero seguirá teniendo una especial importancia el impacto grueso de los GRPs.
  9. Los broadcasters se adaptarán a la nueva demanda mediante una conversión paulatina de su modelo de negocio, integrando todas las innovaciones que mejoren su eficiencia y defendiendo con uñas y dientes el territorio ante los nuevos entrantes.
  10. La capacidad para innovar no es una cualidad exclusiva de los nuevos entrantes como Netflix. Y aunque lo fuera, una forma alternativa de dotarse de esa innovación para los actores tradicionales del mercado es la adquisición de compañías emergentes con proyectos innovadores de éxito.
Y si para muestra basta un botón, nada como la noticia de que tres clásicos como Disney, la Fox y la Universal han decidido reforzar con 750 millones de dólares su apuesta por Hulu, su atractiva oferta conjunta de catch-up TV trufada con video OTT. Nada de rendición. Guerra a Netflix para recoger los restos del cord cutting.
En las siguientes jugadas veremos integraciones hacia delante de las majors (para no quedar en manos de distribuidores no vinculados), hacia atrás de Netflix y sus pares (ya ha producido House of Cards, replicando adaptativamente lo que anteriormente hizo HBO) y toda suerte de alianzas y concentraciones entre productores y distribuidores de contenido con ISPs, carriers y gigantes como Apple, Google o Microsoft. Un ecosistema que se hará cada vez más complejo e intensivo no solo en capital sino en talento e innovación, con una necesaria  y urgente revisión de algunos meta-dogmas de la industria y con fronteras más flexibles y permeables entre las plataformas y las ventanas de distribución.
Todo el mundo quiere entrar en mi salón, Mr. Hastings. Haga cola para sacar la entrada.

jueves, 4 de julio de 2013

SEMANA DE EXÁMENES. ¿Estamos aprendiendo algo?


Why do birds suddenly appear?
Close to you – Hal David 

 

Aunque inicialmente me había propuesto no incluir posts excesivamente vinculados a la actualidad urgente, hoy voy a hacer una excepción provocada por una coincidencia singular. 

La final de MasterChef del martes pasado y la presentación del trabajo de mis alumnos del Master MeDEA de la Carlos III ante el tribunal examinador han tenido lugar con menos de 20 horas de diferencia y en ambas hay un concepto que las vincula y al que hoy me referiré de manera muy preliminar, porque dará para mucho más: la TV Social.
 
 
 
MasterChef ha sido un programa no especialmente innovador, con un formato franquiciado por la BBC, que ha ido de menos a más en el share semana a semana, hasta las cifras record de la final con un 33% ( y un minuto de oro con más de un 47%) en estos tiempos donde es tan caro el doble digito. Además de su evidente éxito, con un equilibrio más que digno entre el producto bien hecho y el impacto popular, que otros analizarán mucho mejor que yo, ha contribuido a avivar las discusiones sobre el modelo de patrocinio de TVE, a pesar de provenir de otra televisión pública (NB: tal vez la discusión no habría sobrevenido con datos más modestos de audiencia, pero eso es otra historia).

Lo que hoy quiero subrayar es el magnífico trabajo que, en mi opinión, ha hecho el equipo de Medios Interactivos de RTVE, reforzando e incrementando la vinculación del espectador a través de las redifusiones y la segunda pantalla. Hasta hoy, el fenómeno emergente de los smartphone y tabletas de uso simultaneo a la emisión en la pantalla principal tenía un carácter casi testimonial y no siempre había una correlación entre la audiencia medida y el ruido de las redes. De hecho, era fácil inducir la importancia que existía en esa leve correlación de acuerdo con la franja de edad del público objetivo: más jóvenes, más ruido en redes, aunque no siempre más audiencia comercial.

Con MasterChef se ha marcado un record de participación en las redes. Casi un cuarto de millón de comentarios con más de 110.000 personas participando en el intercambio durante la emisión de la final.
 
Para mí resulta evidente que aunque esta no sea la única razón del éxito, la vinculación emocional de los espectadores y su participación han tenido un protagonismo crucial en el resultado final y abren la necesidad urgente de que los actores del audiovisual reconozcan de verdad la importancia del nuevo fenómeno, que no es tanto la de los televisores conectados (que aún no suponen una cifra crítica, e incluso no están conectados a pesar de ofrecer la posibilidad técnica) como la de el ESPECTADOR CONECTADO con diversos dispositivos y simultaneando actividades. Ese sí es un fenómeno del que ya no nos podemos desentender y al que hay que encontrarle métricas válidas como inteligentemente reclamaba hace pocos día Pablo Romero de Yomvi .
 
La segunda pantalla utilizada de manera inteligente refuerza el vínculo emocional de los espectadores con la emisión, la lealtad al programa y a la marca y estimula no solo la participación sino la compartición, con lo que tiene de valor de prescripción para la captación de audiencias adicionales. 

Los anunciantes ya andan sobre la pista de este nuevo comportamiento y los analistas avanzan en la comprensión del fenómeno ( ver documento Havas Media ). 

Yo pienso seguir muy de cerca este asunto, y mis chicas/chicos (Belén, Elena, Azeddine, Ismael, Orestes y Xavi) lo han entendido tan bien, que su proyecto POPAPP ha merecido la nota máxima.